Los 40.000 hijos de Daoiz

Por si alguno no lo conoce, la estatua que está en la plaza de la Gavidia representa a Don Luis Daoíz, el héroe del dos de Mayo. De modo que la lectura de este escrito ya le puede servir a alguno para fardar de cultura mientras apura Cruzcampos en el 2 de Mayo.

¡¡Qué casualidad Luis!!

Parece que el día de la comunidad autónoma madrileña, la misma que tuvo que inventarse una bandera sobre la marcha, está muy presente en nuestra ciudad. Y no es que nosotros los admiremos o intentemos emularlos de algún modo, nada más lejos del modo de ser sevillano y especialmente sevillista. Es todo lo contrario. Ellos son lo que son, en gran parte gracias a nosotros. Madrid no existe como pueblo, no tiene identidad, su baile popular solo necesita una baldosa para ponerlo en práctica, mientras que nuestras guapas flamencas ocupan por si solas toda una caseta de feria. Por eso cuando nos visiten los señores mesetarios en la antesala de nuestro día de Andalucía, podrán comparar y ver una bandera con el verde Omeya y las columnas de Hércules, y una autonomía que ganaron cientos de miles de andaluces en las calles. Vamos, lo mismo que ellos.

Y aunque siempre se ha dicho que el sureño es muy amoldable al invasor, y por aquí ha pasado todo cristo que ha sido algo en la historia, solo es debido a que aquí está lo mejor de este bendito país . Que la única razón para que un fenicio, romano, godo, almohade, almorávide, etc. parase por Madrid sería porque tendría la barriga suelta y la parada era obligada. Allí no ha estado ni Dios, y no pasaría de ser una aldea de cabras de no ser por Felipe II, raro como él solo, que se casó con su prima, luego con su tía y finalmente con su sobrina… el primer madrileño, casi ná.

Igual que no hubiese habido insurrección armada en Madrid contra los franceses si no hubiese estado el sevillano Daoiz con mando en plaza y los cojones hinchados de acatar órdenes mientras los franceses se apoderaban del país. Los madrileños dicen que se sublevó el pueblo de Madrid, que ya era villa y corte, pero ellos hablan de pueblo. Cuatro voces, cuatro piedras y poco más. Fue Daoiz el que cogió a unas docenas de soldados y en contra de las órdenes dictadas por los mandamases del estado, funcionarios tragaldabas madrileños, tomó un polvorín del ejército y se dispuso a hacer frente a los franceses. Con Daoiz solo se encerraron unos cien madrileños de a pie mientras el resto de la capital miraba acobardada desde las ventanas como 30.000 franchutes acometían contra aquel cuartelillo.

Allí plantó sus pies el sevillano y antes que seguir viviendo de rodillas, les hizo frente, repelió la primera embestida de la caballería francesa. Dicen que arengaba a los suyos, no los dejaba desfallecer, su voz era la pólvora que alimentaba los pequeños cañones con los que contaba. Su voz, esa voz sevillana, ese genio del sur, esa indómita manera de afrontar las desigualdades mirando siempre de frente al poderoso que intenta usurpar lo que no le pertenece.

La Grande Armée era el cuerpo de guerra más poderoso de toda Europa, iban de victoria en victoria, aún de las batallas en inferioridad salían victoriosos. Eso lo sabía Daoíz, sabía a lo que se enfrentaba, era conocedor del potencial al que iba a enfrentarse, y miraba los cañoncitos con los que contaba a la puerta del cuartel y ni por esas dudaba que la mecha que su indómita voluntad estaba encendiendo haría saltar por los aires a los franceses en España.

Porque fue en España donde Napoleón hincó la cabeza de verdad, cara a cara, como pelean los hombres, no como los rusos que se escondían en la nieve. Fue aquí en Bailén, fue donde la mecha que Daoiz prendió en Madrid hizo estallar a la ocupación francesa.

Hablando de fútbol y de ocupación ustedes dirán si 30.000 mamelucos y lanceros franceses son monjas clarisas, comparados con la LFP, RFEF, comités de competición, apelación, la redacción del AS, la del Marca, José Ramón de la Morena, Manolete, el indio del Calderón… unos angelitos todos ellos, ecuánimes, honrados y abnegados servidores del bien común…. ¡los cojones! Son ellos el ejército de ocupación actual, son ellos los que deciden dónde poner el foco, y cuando desviar el objetivo. Véase si no un simple ejemplo, Javi Navarro “el asesino” versus Diego Costa “el luchador incansable”.

Este ejército, perdón, esta plaga, solo sirven a quien les da de comer, a sus intereses, esto es lo que nos visita el miércoles 27 de febrero. Pero no saben que Daoiz labró su carácter en las plazas y calles de esta ciudad de Sevilla. Que aquí la garra, la casta y el coraje se trae en la sangre roja y se curte al sol jugando al fútbol en descampados, tomando cerveza en los bares y escuchado como nuestros mayores nos hablan de robos del pasado. Que aquí en Sevilla, Daoiz sería uno más entre los sevillistas que acuden al rescate de su club.

En la víspera de nuestro día nacional, el 27 de febrero, NO PASARÁN, y no lo harán de verdad no como en otras de las patrañas de los madrileños. Si de verdad no hubiesen pasado los nacionales igual nuestro país tendría una copa del Estado en condiciones, no la que nos va a entregar el cazador de elefantes en el Bernabéu el 18 de Mayo.

Porque esa copa es nuestra, ¿lo sabes madrileño o te lo tienen que contar 40.000 descendientes de Daoiz el 27 de febrero?

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